De lo que se lee tras estas líneas solo quedará el dolor, el pánico y el miedo a este mundo adverso y hostil que puede cambiarnos para siempre todas nuestras visiones de futuro.
Yo estaba delante del ordenador, como siempre, y de repente escucho a mi hermana pequeña:
- ¡Que papá se ha cortado los dedos! - Decía.
Yo estaba delante del ordenador, como siempre, y de repente escucho a mi hermana pequeña:
- ¡Que papá se ha cortado los dedos! - Decía.
Yo no sabía si era una broma absurda, o por una vez sería real, pero de todos modos me levanté y escuché a mi padre corriendo desde el salón:
- ¡Mi mano! ¡Mi mano! - Decía.
Entonces me asusté de verdad, salí de mi habitación y lo vi corriendo a lo largo del pasillo con ese semblante… con los ojos tan abiertos, pálido, rozando la histeria, era el instinto por conservar las herramientas de un buen artista… mis hermanos hacían lo mismo de un sitio a otro, parecía que mi padre había perdido los dedos y nosotros la cabeza, llamando a todo el mundo con los teléfonos, había sangre por todas partes, por el suelo… por las paredes y los pomos de las puertas, también en el de la entrada, ya que mi padre y mi hermana, aterrados y con esa expresión indescriptible, salían a pedir auxilio a algún vecino que tuviese un coche, y así se fue.
Poco después llegó mi madre que creía que no era tan grave pero descubrió la atroz sorpresa y todo el mundo la mantenía en pie porque ella no podía, estaba temblando, la metieron en un coche y se la llevaron también al hospital entre gritos y lágrimas…
Yo apenas podía andar y ver todo lo que estaba pasando, lo único que me importaba era que no le pasara nada y que conservara todos sus dedos, los suyos si que hacían falta de verdad, me preguntaba el por qué de aquello, siempre había trabajado la madera, sabía cómo hacerlo… ¿Por qué ahora?
Cuanto más pensaba, más me afectaba, seguí el camino de manchas rojas por el patio hasta el taller y vi la máquina, solo podía darle patadas y seguir llorando, mi hermano llegó y le conté lo que pasaba en realidad, por qué era tan importante que nuestro padre conservara los dedos intactos… supongo que eso lo hacía todo un poco más comprensible, aunque me recordaba que las cosas aún estaban peor de lo que podía verse.
-No pasará nada, le arreglarán los dedos - Decía.
Me dio un abrazo y nos fuimos de allí, no podía oler la sangre porque mis lágrimas lo tapaban todo, solo veía que la casa que se caía y se llenaba de gente y entre todos la limpiaban. Hoy era su cumpleaños… eso era lo único en lo que podía pensar…
Pero hay algo que contrasta en este sábado, y es que el dolor me ha quitado todas mis dudas de encima, ahora se que quiero a mi padre mucho más de lo que cabe imaginar, un regalo que se me ha otorgado de una forma demasiado despiadada.
Feliz cumpleaños papá, siempre has sido el mejor.
Feliz cumpleaños papá, siempre has sido el mejor.
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