El ruido de la playa… el calor y los granos de arena que el viento arrastra golpeándome la piel, tapando mis ojos, allá voy otra vez, con la pala en mis hombros, caídos de cansancio, la cabeza a mil kilómetros de allí y un mapa casi destrozado colgando de mi mano, uno… dos… tres… catorce pasos y ya está, ¿Se acabó?. El tesoro secreto, casi olvidado, guardado por éste antiguo trozo de papel, escrito y mal dibujado por un viejo al que una vez le gustó el mar me espera impaciente a unos cuantos golpes de brazo.
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