jueves, 11 de agosto de 2011
Enigmas
A eso vino la dama desnuda de la flecha y el arco, con el pelo oscuro sobre la piel pálida, la de la sonrisa frívola de labios amarantos, la mirada felina y sus palabras enigma, como una esfinge. Vino a por mi, a llevarme a su mundo, a sacarme de este, que... hace ya tiempo se volvió gris.
Me lo dijo, casi de forma imperiosa, y yo acepté a ciegas, con la intriga comiéndome los pies. Extendiendo la mano firmé el acuerdo y lo dejé todo en el cajón viejo, dejé mi cuerpo de esperpento y los recuerdos se tiraron al viento.
Cerramos la puerta al mundo y la abrimos al nuestro.
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