viernes, 1 de julio de 2011

De noche




Ayer dormía, envuelto en mi ya reconocida segunda piel, una vieja manta naranja que el tiempo ha convertido en harapo, y hoy despierto.
Tumbado en un trozo de tela que une los dos árboles de un patio de muros altos, parado de repente en el vagón del espacio y las vías del tiempo, por fin nada en lo que pensar.
Estando ahí miro al cielo y mi vista va a encontrarse con un pájaro oscuro, quieto, suspendido en el aire como una cometa, esas que de pequeño me asustaban por miedo a salir volando, con la luz del Sol brillando azul en sus alas. Y el cielo, inmenso en el papel que adopta, de fondo inmejorable, es magnífico.

Ahora comprendo por qué son los muros altos, por qué veo solo el cielo, el pájaro y unas pocas ramas… todo esto es necesario para que no me horrorice ni me espante, por ver el mundo en el que vivo, el que me rodea, mientras yo huyo, no vaya a ser que por algún motivo me alcance.

1 comentario:

  1. Mirar al cielo... para ver si lo alcanzamos, o si llegamos a estar más cerca de esa pureza inmensa algún día.

    Hermoso.

    Saludos y suerte! :D

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