domingo, 6 de mayo de 2012

Ella





Su voz es más dulce que la de cualquier sirena, sus ojos son mares oscuros, siempre alejados de este mundo atroz y triste. Sus manos son frías en verano y cálidas en invierno, ella es así, una contradicción a las estaciones, una contradicción a la trivialidad. Su cuerpo es mi refugio ante los días largos, un desierto en el que desearía perderme y morir de sed para siempre, su cuerpo es mi hogar.
Alguien la trajo de otra parte, una parte que parece encontrar cuando estamos cerca, entonces sonríe, y es como una chispa que provoca un incendio.

Solemos ir a los tejados, a mirar las estrellas, a acercarnos al vetusto universo, a compartir música y caricias, a parar el tiempo. Mirarnos es un espectáculo de fuego y magia en el silencio de la noche, encerrados en un abrazo protector, que alimenta a los sueños y aleja a las pesadillas. Entonces, mientras dormimos, el Sol empieza a pisarnos los talones, a calentar nuestros cuerpos, es su forma de llamarnos y de decir que aquí ya se nos echa de menos.

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