Es triste escribir para nadie, es triste hablarle a la
nada, introducir el papel en una botella y lanzarlo al mar con la esperanza de
que alguna vez llegue a algún lugar desconocido. Es triste decirle que la
quieres cuando lo que tienes delante es el aire que ha dejado al irse, captar
su perfume en algún sitio donde jamás estuvo, dormir por la noche y encontrar
uno de sus cabellos de bronce, que sin saber cómo, ha sobrevivido al paso de
las noches mejor que uno mismo.
Es triste soñar con lo que se anhela y despertar antes de
tiempo, antes del beso final, donde no cabe esperar más que felicidad. Es más
bien una especie de locura sin sentido, de esas cosas que no tienen otro arreglo
que no sea el polvo que las cubra con el paso del tiempo.
Es triste excavar en una tierra donde una vez hubo pero
ya no hay, recuerdos que alcanzaban el cielo y mucho más. De esos que en menos
de un segundo me dejaban sin palabras, sin nada a lo que agarrarme para no caer
en lo que ignoraba estar viviendo, sencillamente, el amor...