¿Hacia dónde
huirías si el sitio al que solías ir estuviese destruido?
¿Con quién
hablarías si ya no hubiese nadie?
Llevo unos
días manteniendo mi mente ocupada, no quiero ni pensar que llegará un momento
en el que se acaben todas las cosas que aún me quedan por hacer. No quiero
pensar en lo que no tengo; no quiero recordar nada de lo que me ha llevado
hasta aquí, a esta situación.
Pero de vez
en cuando no puedo evitarlo, una frase, una canción, un nombre, una foto,
cualquiera de esas cosas lleva a un recuerdo, y un recuerdo a mi vida anterior,
la misma que tanto me empeño en dejar de ver. Empiezan siendo unas gotas y al
final me acabo ahogando en mitad del océano.
A veces me
despierto de unos sueños tan reales que me parece una crueldad haberlos dejado
a la mitad. Éramos como Oskar y Eli, solo que esta vez soy yo el que está en el
umbral de la puerta, soy yo el que no puede entrar sin invitación.
De hecho, no
puedo ni intentarlo.